"En la
vida, hay que saber elegir". Así decía un slogan en la campaña del FPV para las
últimas legislativas celebradas el año pasado. He aquí lo que ella está
eligiendo por nosotros, los que la votaron y los que no. Justo allí, entre el
Oso y el Dragón, es el lugar más incómodo que nos podía tocar a los argentinos.
Entre dos culturas diametralmente opuestas a las costumbres y afinidades que
nos inculcaron aquellos que bajaron de los barcos e hicieron de la Argentina,
una tierra de paz, pan y trabajo.
Las recientes
visitas de los presidentes de Rusia y China, han marcado un giro en las
decisiones políticas, que pocos pueden ver en profundidad, debido a la cantidad
de problemas y preocupaciones, que invaden día a día la agenda del país. No por
nada, ambas autoridades de los respectivos países, han puesto su foco en
determinados puntos estratégicos del nuestro, que además de interesarse por la
riqueza natural, vienen con la intensión de esgrimir una disputa territorial,
que puede significar el principio del fin de nuestra soberanía nacional, de
nuestros valores y costumbres populares. Todo esto viene siendo astutamente
diseñado por un plan de venganza, que a cabeza de la persona que hoy dirige los
destinos del país, baso su puesta en marcha, y que anida antiguos odios y
rencores no superados por la triste experiencia vivida en los años de plomo,
secuestros y subversión. Ayer la misión fue instaurar un régimen comunista a
través de las bombas. Hoy la estrategia fue infiltrar la ideología disfrazada
de progresismo, tomando como rehén al movimiento populista que más represento a
la clase obrera argentina: el peronismo, el cual se encuentra en su peor etapa,
lleno de pústulas insanables que él mismo se provocó, al permitir que gérmenes
infecciosos como el menemismo, y más tarde el Kirchenerismo, arruinasen los
poco laureles que supo conseguir desde que tuvo origen en nuestro país.
En
Enero de 2013, en nuestra nota “La Argencom del Cono Sur” anticipábamos
que algo se estaba gestando en forma silenciosa, bajo la determinación de este
gobierno, de querer transformar nuevamente
nuestras raíces inspiradas en el sueño sanmartiniano de vivir libres y
en paz, en un régimen totalitario de ideología comunista. (Recomendamos al
lector repasar aquella nota para entender lo que estamos comunicando). Y hoy
vemos que la furia e irritación presidencial incontenible, se visualiza toda
vez que ella se dirige al país destilando odio y resentimiento en sus
discursos, que al estar desconectada de la realidad, le impide apuntar con esa ira
fulminante, los verdaderos males que aquejan a la gente. Vemos así como día a día
sus actos de gobierno se van radicalizando y buscan cada vez más, querer
imponernos un estilo de vida, lejos de aquellas costumbres que nos caracteriza
como pueblo que solo quiere trabajar y vivir en paz y armonía. Esta persona que
pretende llevarnos hacia el mismo averno en cual habita, no detendrá su camino
mientras muchos de los argentinos (incluida la oposición) está discutiendo si
habrá o no primera o segunda vuelta en las próximas elecciones. Los dichos de
Lanata lo demuestran: la gente día a día padece todos los males que este
desgobierno impuso y los políticos se desesperan por ver a que candidatos de
otros partidos van a seducir para sumar votos y elevar su imagen en las
encuestas. Mientras tanto, ya nos cambiaron el Código Civil, impusieron una
nueva Ley de Abastecimiento, y ahora impulsan la reforma del Código Penal.
Ambas
autoridades de los respectivos países, han puesto su foco en determinados
puntos estratégicos del nuestro, que además de interesarse por la riqueza
natural, vienen con la intensión de esgrimir una disputa territorial, que puede
significar el principio del fin de nuestra soberanía nacional, de nuestros
valores y costumbres populares.
En el
medio de todo esto está en juego nuestro futuro, que como no se percibe porque
no es hoy sino será mañana lo que nos pueda pasar, solo nos preocupamos por
estar bien aquí y ahora. Pero por culpa de nuestra ignorancia en no tratar de
ver más allá de nuestras narices, se va colando mucha información, que pasa
desapercibida y el común de la gente no la recibe porque sus preocupaciones
pasan por otro andarivel. Mientras esa vorágine distractiva sucede, el
oficialismo sigue tejiendo una telaraña plagada de irregularidades y negociados,
que le dejara al próximo gobierno, y habrá tantas pero tantas situaciones calamitosas
que resolver, que no le alcanzaran los famosos primeros 100 días. En ese
entramado surgen por ejemplo, las concesiones en materia energética que estaría
realizando el gobierno con la compañía de gas rusa Gazprom en Vaca Muerta, a
cambio de que lleguen unos miles de dólares que refuercen las reservas del
BCRA. Lo mismo se avanzó con la instalación de una estación espacial en Bajada
del Agrio, Neuquén, con la empresa china CLTC. Lo más absurdo de este proyecto
es que no habiendo sido tratado primero en el ámbito parlamentario, las obras
ya comenzaron y se encuentran bastante avanzadas. A todo esto, el senador
radical Juan Carlos Marino denunció que en el convenio queda en evidencia que
"la Argentina perderá soberanía con China" debido a que "el
personal estará bajo las leyes de ese país y el lugar que ocupe la estación en
Neuquén quedará bajo control del gobierno chino”.
A todo
esto, llama poderosamente la atención el silencio del “Tio Sam”, que no haya
expresado alguna discrepancia sobre el avance de estos dos “monstruos” justo
sobre el tradicional patio trasero, el que siempre fue celosamente custodiado
por otras administraciones norteamericanas.
No
eran suficiente los problemas domésticos que esta pésima administración
kirchnerista género, que ahora por culpa de este régimen nefasto y retrogrado
nos vemos atrapados entre “el oso y el dragón”, que nos liga a un futuro
incierto en ver como dos principales potencias extranjeras, que conducen sus
países bajo leyes autoritarias y con un poder hegemónicamente concentrado en
sus principales figuras presidenciales, vienen “de compras” por la Argentina a
llevarse lo que más les conviene para sus gobiernos. Y esto gracias a una “mitómana”
que impone su voluntad imperial, por encima de la Constitución Nacional y sus
leyes. Una persona que se
defeca en las instituciones de la Republica y del pueblo argentino (la haya
votado o no), merece el mayor de los repudios y condena social sin perjuicio de
que algún día sea juzgada, por infame traidor a la patria. En poco tiempo nos
liberaremos de toda esta carroña de políticos que forman una verdadera “raza
aparte” que nada tienen que ver con miles de argentinos de bien, que solo
buscamos la grandeza de nuestro país, a través del trabajo con sacrificio, pero
sobre todas las cosas, con honestidad.
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