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jueves, 5 de mayo de 2016

LA JEFA DE LA BANDA


"Tal vez le estén esperando, dos mil años de cárcel..."


Tarde o temprano, todos van a caer. Porque así está escrito en el libro del Universo. Todos aquellos que tuvieron la osadía de robar, matar, engañar, mentir, difamar, TODOS SIN EXCEPCION, deberán rendir cuentas ante la Justicia. Y es bueno saber que una parte de esa Justicia a quien tantas veces le hemos reclamado por tantos abusos de poder ejercido por un gobierno que duro poco más de 12 años, el cual está considerado como el más corrupto de todos los tiempos,  venga ahora a cobrarle sus facturas pendientes, aunque bien sepamos que no todos los jueces que integran esa Justicia, son trigo limpio en esta partida. Toda esta macabra etapa vivida tuvo su comienzo ni bien apareció en la escena nacional, el difunto Néstor Kirchner, que como un extra terrestre venido desde otro planeta, aterrizo en la Casa Rosada, con promesas de iniciar una nueva etapa política y económica en la Argentina. Él sí supo cómo manipular a un pueblo que le creyó desde el mismo instante que escucho el discurso de asunción como presidente de la nación. Fue aquel 25 de mayo de 2003 cuando frente a todo un país, con pocas expectativas de lograr sus sueños eternamente truncados, “El Furia” -como solían apodarlo íntimamente-, en su discurso inaugural juro terminar con las falsas promesas que se hacían desde la política, y que luego se ejercían desde el estado. A la distancia, aquellas palabras empeñadas que emanaban de la boca de un presidente elegido tan solo por el 22% del electorado, en su dinámica verbal, establecía la base sustancial y definitiva sobre un verdadero cambio de paradigmas, que pudieran ser sustentables en el tiempo. Pero ¿quién iba a imaginarse que poco tiempo después este delincuente con estrabismo, que venía pergeñando un plan basado en la puesta en marcha de una ingeniería financiera delictiva montada sobre la obra pública, iba a convertirse en una maquina imparable de robar, que le permitiría enriquecerse de una manera obscena y repugnante, frente a las tantas necesidades insatisfechas de gran parte del pueblo argentino?

Recordemos de paso, uno de los fragmentos de aquel discurso “bisagra” que intento hacernos creer en aquel momento: “No habrá cambio confiable si permitimos la subsistencia de ámbitos de impunidad. Una garantía de que la lucha contra la corrupción y la impunidad será implacable, fortalecerá las instituciones sobre la base de eliminar toda posible sospecha sobre ellas. Rechazamos de plano la identificación entre gobernabilidad e impunidad que algunos pretenden. Gobernabilidad no es ni puede ser sinónimo de impunidad. Gobernabilidad no es ni puede ser sinónimo de acuerdos oscuros, manipulación política de las instituciones o pactos espurios a espaldas de la sociedad. (Aplausos)”



La verdad que cuando uno rememora estas líneas no puede creer que “ese presidente” que estaba dispuesto a cumplirlas a rajatabla, luego haya demostrado ser un psicópata desenfrenado por el dinero, amante de cajas fuertes, llenas con billetes contantes y sonantes. Él era muy hábil con el control de sus “colaboradores”, quienes debían rendirle diariamente los famosos retornos por subsidios al transporte y la sobre facturación a la obra pública. Él era el jefe de una banda que se dedicó a secar las arcas del estado, y solo en su cabeza existía la fórmula para que funcionara a la perfección. Esa gimnasia maquiavélica la ejercía solo él, por eso tras su muerte, Cristina Elizabeth Fernández se encontró en el peor de los mundos, donde ella sabía que ese manejo experimentado de su consorte fallecido no lo iba a poder dominar, y tuvo que aferrarse a su único y fiel defensor de golpeadores de mujeres, su hijo Máximo, quien desesperadamente trato de encontrar la controvertida “libreta negra” en la que se hallaría el detalle de todos los bienes “sustraídos” (o al menos una parte de ellos), y donde su padre llevaba al mejor estilo almacén, la contabilidad de su botín. Mientras Néstor vivía, ella tuvo que llevarse bien con el ex cajero bancario Lázaro Báez, quien era socio de hecho de su esposo y con quien el matrimonio había logrado descollar en el crecimiento exponencial de su patrimonio, a través de los retornos de la obra pública.


Pero todo eso es historia, y hoy Báez se transformó en la peor pesadilla de los K. Con la llegada de un nuevo gobierno, los “acuerdos” comenzaron a deshacerse y los pactos de silencio, a romperse. Aquellos serviles funcionarios de la era kirchnerista, que vivieron del robo de las arcas públicas, algunos de ellos ya comenzaron a hablar tras la intervención de la Justicia, a través de detenciones y pedidos a indagatorias, cursadas por jueces y fiscales, producto de las famosas imágenes de La rosadita vistas por televisión, que actuaron como un disparador y aceleraron los tiempos de una justicia bastante lenta encabezada por el Juez Casanello, que se vio presionado ante el estupor e indignación de la opinión pública, que estaba esperando desde hace tiempo, una reacción contundente de su parte. Ahora el que entro en la escena principal es Leonardo Fariña, bajo la figura de “testigo arrepentido”. Es impresionante leer y escuchar sus declaraciones, con tanta precisión sobre los hechos, que ningún guionista experto de Hollywood, podría llegar a imaginar. De sus declaraciones queda bien claro quien fue la heredera forzosa de aquel plan de saqueo montado desde el estado, lo que la convirtió a partir de la muerte del ex presidente Kirchner, en “la jefa de la banda”. Este imperio de la corrupción que supo construir ella junto al difunto, no tiene parámetro de comparación en la historia de los países de la región, y resulta casi inmensurable calcular la fortuna acumulada. Vaya a saber Dios, en qué lugares de nuestro país y en el extranjero, se encuentre diseminada u oculta. Resulta inverosímil creer que gran parte de ese dinero (Dólares, Euros, Oro) hayan sido guardados en gigantescos containers o hasta en bóvedas, enterrados en terrenos que fueron adquiridos a precio vil o incluso, apropiándoselos. Otro lugar enigmático que aún no ha sido allanado, es el famoso mausoleo donde supuestamente, se encontrarían los restos del ex presidente… ¡¡¿asesinado!!?. Leyendas urbanas de Rio Gallegos, aseveran que debajo de la bóveda principal, en uno o en varios sub-suelos, se encontraría guardada gran parte de la fortuna robada. Eso explicaría de alguna manera, porque tanto control en el predio, con vigilancia 24 hs. y monitoreo permanente de cámaras, a control remoto.

Lo cierto es que esto recién comienza, y habrá infinidad de capítulos por ver. Porque la lista de implicados es bien extensa. A los jueces que intervengan en esta mega causa, tal vez le lleve meses, incluso años poder determinar dónde está todo el dinero y como se podría recuperar. Mientras tanto, Comodoro Py y El Calafate, van a ser dos lugares en el mundo, donde la jefa de la banda tendrá que pasar gran tiempo de su vida, dando explicaciones en uno, y llorando desconsoladamente en el otro. Hasta que un día, tanto ella como sus acólitos delincuentes, terminen todos guardados en modestos “departamentos mono ambientes” de dos por dos, sin ventanas a la calle, pero con rejas bien gruesas y frías…, tan frías como el frio invierno de Santa Cruz.




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