EL PRINCIPIO. Abril de 1974. Lopez Rega inventa el Altar de la
Patria, un mausoleo gigantesco y multimillonario donde –sin consultar a nadie-
piensa depositar los restos de todos los proceres. Juan Carlos Basile, de
Vivienda y Urbanismo, firma el proyecto. El congreso vota a favor, aplude, se
conmueve. Ponen la piedra fundamental, rompen la calle, dinamitan un puente…
El
Altar de la Patria fue un mausoleo proyectado, pero nunca completado, por el
gobierno argentino durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón. El
8 de julio de 1974, una semana después de la muerte de Juan Perón, fue
promulgada la ley de creación del Altar de la Patria, ley sancionada por los
diputados y senadores nacionales. El artículo 10 de la ley declara que "El
frontispicio del panteón tendrá grabada una leyenda que exprese lo siguiente:
Hermanados en la gloria, vigilamos los destinos de la patria. Que nadie utilice
nuestro recuerdo para desunir a los argentinos”. Se cree que el impulsor del
proyecto fue José López Rega, quien en 1974 se convirtió en la influencia más
poderosa del gobierno de María Estela Martínez de Perón. La idea de López Rega
era la de crear un gran mausoleo en el que descansara el cuerpo embalsamado de
Evita Perón junto a los restos de Juan Perón y de todos los próceres nacionales,
incluyendo José de San Martín, Juan Manuel de Rosas, Hipólito Yrigoyen, Facundo
Quiroga, Fray Mamerto Esquiú, y muchos otros.
El
proyecto, a la medida de una Argentina Potencia muy distante de la realidad se paralizaría
con la crisis económica desencadenada por el “Rodrigazo” y el eclipse del poder
de López Rega a mediados de 1975. El lugar elegido para el mausoleo fue un
terreno en la Avenida Figueroa Alcorta de Buenos Aires—el mismo sitio donde otrora
se había proyectado otra obra inconclusa del peronismo: el Monumento al
Descamisado, que debía ser además la tumba de Eva Duarte de Perón. La
Secretaría de Vivienda y Urbanismo colocó un gran cartel en el sitio anunciando
el Altar de la Patria, pero los obreros sufrieron innumerables inconvenientes
desde el comienzo, y finalmente se detuvieron los trabajos. Bajo tierra había
gran cantidad de cables de alta y media tensión de SEGBA, viejas colectoras
cloacales y la base de hormigón del inconcluso Monumento al Descamisado. A
mediados de 1975 López Rega huyó del país y en marzo de 1976 cayó el gobierno
de Isabel, lo que puso fin al proyecto.
EL FIN. Pasa el tiempo. El proyecto no avanza. Los obreros
encuentran cables, cloacas, la base delfracasado monumento a Eva Peron. La obra
cada dia cuesta mas. El transito mientras, se enloquece. Hay protestas. Nadie
explica nada. El Altar es basural y nido de ratas. La rebuscada frase escrita
en un cartel se la atribuyo Lopez Rega.
Juan Carlos Basile, de Vivienda y Urbanismo, encargado de llevar a cabo el faraonico proyecto, no tuvo mas avances que la destruccion de la calle principal y la caida de un puente. A partir de alli, el sueño delirante y ambicioso quedo en la nada, como tantas otras obras que nunca se realizaron.
"El Monumento de Eva Peron, que por segunda vez, no pudo ser..."
Tras
su peregrinación por el mundo, el cadáver de Evita reapareció en 1971, y sólo
fue traído al país en el ‘74, tras la muerte de Perón. Ese año, en la misma
zona, López Rega insistiría intentando emplazar otro súper mausoleo, el Altar
de la Patria. Fue un sueño, uno de los tantos que tuvo en torno a Eva Perón,
que por faraónico fue de los que más polvareda levantó. Y no sólo por los
trabajos de excavación que hicieron, sino por lo controvertido. El creador de
la Triple A, un brujo adorador de los poderes esotéricos que irradiaba el
cuerpo de Evita (hasta entonces con un kilometraje que la hizo recorrer todos
los husos horarios), soñaba con organizar una insólita mudanza: caravanas de
ataúdes desde las bóvedas y criptas de cementerios de todo el país que convergerían
en este centro/cementerio energético nacional, que daría cobijo al profanado
cuerpo de Eva Perón, pero también a San Martín, Rosas, Yrigoyen, Facundo
Quiroga y Fray Mamerto Esquiú, a Pedro Eugenio Aramburu si los Montoneros se
servían devolverlo y, aunque no lo dijo, es de suponer que a él mismo en un
futuro. Por agosto de 1975, quienes transitaban la avenida Figueroa Alcorta, a
metros de la Facultad de Derecho, se topaban con un enorme y entusiasta cartel
de la Secretaría de Vivienda y Urbanismo que anunciaba la construcción de ese
cementerio nacional. Pero los obreros sufrieron un sinfín de inconvenientes
desde su misma iniciación y finalmente se pararon los trabajos. Bajo tierra
había gran cantidad de cables de alta y media tensión de Segba, viejas
colectoras cloacales y –olvidada– la base de hormigón del Monumento a Eva Perón
que no fue.
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