Con el sonido peculiar de un reloj de péndulo, los días pasan y el gobierno no avizora la salida del laberinto en el que el mismo se metió. La falacia de su gestión, el aturdecedor y monótono discurso hueco con el que cada mañana nos aburre el jefe de ministros y la inacción de una presidente que ceso de hecho en sus funciones en diciembre del año pasado, muestran el epilogo inexorable del modelo económico “exitoso”, que como nave insignia del proyecto nacional y popular, contó con la bonanza de un viento de cola que atraía dólares a diestra y siniestra durante aquellos días de gloria, y hoy navega a la deriva esquivando icebergs por doquier, a punto de colisionar en cualquier momento. Lo peor es que en esa nave vamos todos los argentinos, los fieles y los reacios a este régimen populista, el que ya huele a muerto por su profundo estado en descomposición en el que hoy se encuentra.